La receta de Silent Media para cocinar un jingle

¿Cuál es la receta de la Coca Cola? Ésta y otras respuestas son uno de los secretos mejor guardados de la humanidad junto con la fórmula de la eterna juventud y el viajar en el tiempo. Y es que un secreto así no se desvela tan fácilmente.

Pero en Silent Media nos gusta hablar de lo que hacemos. La receta es sencilla; para cocinar un jingle necesitarás estos ingredientes:

  1. Tres cuartos de kilo de recuerdo.
  2. Dos vasos y medio de repetición.
  3. Un buen pellizco de identidad de marca.
  4. Cuatro cucharadas de melodía.
  5. Una buena dosis de ritmo.

Vierte todos los ingredientes en un recipiente apropiado. Remueve bien hasta emulsionar. Si no es un temazo, vuelve a darle otra vueltecita.

Ahí la tenéis. Nuestra receta para hacer que un jingle triunfe completamente expuesta. Si es que nos debemos a nuestro público, somos así de transparentes.

Bromas aparte hoy no daremos la receta de nuestro secreto como compositores de jingles, pero sí vamos a reflexionar un poco sobre qué es lo fundamental para componerlos.

Nuestra receta contiene  cinco ingredientes que vamos a analizar uno por uno:

Recuerdo: Toda marca quiere ser recordada y la razón principal por la que los jingles funcionan es porque las canciones ayudan a fijar el anuncio en el recuerdo y de esta forma la identidad de marca implícita.

Repetición: La publicidad se basa en ello. Repetir una marca, un anuncio, repetir la compra. La gracia de los jingles es ésta, al ser canciones pegadizas el espectador crea su propia repetición mental. Dicha repetición se produce tanto en la estructura musical del jingle como en el nombre del producto. Recuerda que en publicidad disponemos de poco tiempo así que ¡aprovéchalo al máximo para que escuchen tu mensaje!

Identidad de marca: Puedes usar tu marca en el jingle o no, aunque algunas marcas han ido más allá y han creado su propio audio logo que actúa como refuerzo y paraguas del anuncio tenga o no asociado un jingle.  Ejemplo de ello puede ser el “Bi-bi-bizak” mítico.

Melodía: Una melodía con pocas notas y fácil de reconocer es más eficiente y memorable que una melodía compleja. Cada día sale un estudio de mercado diferente en el que crean nuevas estrategias publicitarias. Más innovadoras, más sorprendentes, más tecnológicas. Todas ellas conviven con la publicidad tradicional y la complementan. Pero los jingles no necesitan justificarse; o si digo “I’m loving it” ¿No sabrías  a qué marca me refiero? ¿Me lo tararearías?

Ritmo: Sin este ingrediente no haríamos nada. Y de él depende la intensidad de los otros 4. El ritmo es una repetición de sonidos que combinados de la forma adecuada da lugar a lo que nosotros llamamos un hitazo. Si un jingle te hace mover el pie al ritmo de la música o tararear la melodía ¡estás en el buen camino!

No los hemos descubierto nosotros, llevan siglos existiendo, aunque probablemente su gran éxito comenzara a partir de 1926 con el eslogan “Have You Try Wheaties?” y su magnífico jingle radiofónico.

En España para acudir al imaginario popular (y ya de paso al sector juguetero) deberemos llegar hasta 1970 cuando Luis Figuerola-Ferretti creó uno de los jingles más recordados de nuestro país. Todo un éxito que además de funcionar como imagen de marca se convirtió en un villancico popular para las generaciones venideras. No hay mayor reclamo publicitario que tu marca pase a la historia de los villancicos ¿Qué marca de juguetes no querría ser recordada cada Navidad?

En resumen, un buen jingle debe ser sencillo, directo y divertido. Con toda esta información y unas pinceladas de historia quizás podáis intentarlo en casa, pero os recomendados contactar con un estudio profesional como nosotros 😉